La finalidad de esta jornada es triple:
En primer lugar, responde a la íntima necesidad de alabar al Señor y darle gracias por el gran don de la vida consagrada que enriquece y alegra a la comunidad cristiana con la multiplicidad de sus carismas y con los frutos de tantas vidas consagradas totalmente a la causa del Reino. Nunca debemos olvidar que la vida consagrada, antes de ser empeño del hombre, es don que viene de lo Alto, iniciativa del Padre.
En segundo lugar, esta Jornada tiene como finalidad promover el conocimiento y la estima de la vida consagrada.
El tercer motivo se refiere directamente a las personas consagradas, invitadas a celebrar juntas las maravillas que el Señor ha realizado en ellas y para hacer más viva la conciencia de su insustituible misión en la Iglesia y en el mundo.

(Extracto del Mensaje del Papa Juan Pablo II, 2 de febrero de 1997)