¡Aleluya!

   Sí, Jesús ha resucitado y todo en nuestra vida puede resucitar con Él, porque Él quiere regalarnos su nueva vida, vida en plenitud, vida abundante, rebosante…

   El Papa Francisco nos dice que la resurrección de Pedro comenzó por la resurrección de su corazón, por su apertura a la voz de la esperanza: dejó que la luz de Dios entrara en su corazón sin apagarla. También nos recuerda que las mujeres, a pesar de estar despavoridas, se dejaron impresionar por las palabras del ángel.

   Nosotros, como ellos, no encontramos la Vida si permanecemos encerrados en nosotros mismos. Que en esta mañana de Pascua también nosotros, como Pedro y Juan, salgamos y corramos juntos al sepulcro, entremos, veamos y creamos en la Vida. Que también nosotros, como las mujeres, podamos salir y anunciar la buena noticia de la Resurrección del Señor… Realmente Jesús es nuestra alegría, nunca nos defrauda.

   ¡Ojalá podamos abrir nuestro corazón al Señor para que entre y nos llene de Vida!

   ¡Ojalá la alegría del encuentro con el resucitado nos “queme” en el corazón de tal manera que no podamos vivir sin anunciarla a los demás, sin suscitar y resucitar la esperanza en los hermanos!

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   Todos los años, en este tiempo de Pascua, el General de los Franciscanos escribe una carta a toda la familia franciscana. Si estás interesado en leerla puedes descargarla aquí.