Continuamos con la oración para el cuarto domingo, inspirada en la parábola del Padre misericordioso.
¡Esperamos que te ayude!
“Un Padre tenía dos hijos…”
Un hijo menor,… un hijo mayor…
Padre, yo soy el hijo menor,
el que a veces se marcha lejos,
perdido y medio muerto;
el que malgasta la vida alejado de ti, de tu amor.
No te canses nunca de esperar mi regreso,
de desear acogerme en tus brazos y cubrirme de tus besos.
Ayúdame a encontrarme,
a descubrir el camino de vuelta a tu corazón de Padre.
Enséñame a abrazar esta parte de mí que me cuesta,
sobre todo cuando regreso decepcionada y desesperanzada.
Ayúdame, Padre, a aceptar y perdonar
la parte que tengo de hijo menor.
Yo también soy el hijo mayor,
el que vive en tu casa, pero no sabe gozar de tu presencia y cercanía.
Soy el hijo mayor que niega a su hermano,
que no sabe alegrarse de su regreso
ni gozarse de su vuelta a la Vida;
el hijo mayor que se amarga por tu misericordia.
Padre, nunca dejes de salir a mi encuentro,
de invitarme a la fiesta,
de recordarme que yo siempre puedo estar contigo
como tú siempre estás conmigo.
Enséñame a esperar a mi hermano como tú mismo lo esperas:
con los brazos abiertos y acogedores;
y enséñame a disfrutar de la fiesta del reencuentro.
Ayúdame, Padre, a acoger y sanar
la parte que tengo de hijo mayor.
Padre, que lo que hay en mí de hijo menor y de hijo mayor
se transforme todo a tu imagen
hasta que sólo quede en mí un corazón de Padre misericordioso.
Comentarios recientes