Se aproxima la fiesta de nuestra Madre Santa Clara y queremos compartir con todos vosotros estos Mensajes Callados que brotan de su vida y de toda vocación contemplativa. ¡Que el acercarnos a ella nos contagie su pasión por Jesús, por el Evangelio, por cada uno de nuestros hermanos…!

Si quieres reflexionar e interiorizar estos Mensajes Callados que brotan de nuestra vida puedes imprimirlos pinchando aquí.

La vida silenciosa de Clara y la nuestra tienen mucho que decir, no tanto con palabras, sino con la vida, como un elocuente susurro para el que quiera intuir. La luz de Cristo y su Evangelio prendieron en Clara y la convirtieron en antorcha luminosa. Hoy las clarisas estamos llamadas a mantener viva la estela de profecía que resplandeció en Francisco y Clara. Nuestra vida hace de efecto choque ennuestra sociedad por los valores contraculturales que encarna.

¿Qué mensajes callados brotan de Clara de Asís y sus Hermanas?


Dios está vivo y es continuo Manantial de vida

¡De qué si no Clara y tantas hermanas lo hemos dejado todo por Él! Miles de mujeres y hombres dedicados al encuentro con Dios de por vida son una señal luminosa de que Dios vive, se comunica, despliega nuestro corazón, nos llena de sentido, nos apasiona…

Nuestra sociedad invadida de palabras está necesitada de testigos elocuentes. Clara nos invita a vivir de Dios. Si no vivimos de Dios, diremos frases bonitas sobre Él, pero no haremos que nadie caiga de rodillas estremecido ante su Presencia viva.


El Amor merece ser amado por sí mismo

Al encontrarnos con Él, desbordadas por tanto amor, nos hemos sentido llamadas a responderle permaneciendo en adoración, alabanza, ofrenda,… con admirada gratitud. Dios quiere mantener un encuentro amoroso con cada persona. Él nos ama, nos habla, pero ¿quién le escucha, acoge y responde?

Francisco y Clara lloraban porque el Amor no era amado. La vocación de Clara y la nuestra es amar al Amor: “Ama totalmente a Quien totalmente se entregó por tu amor” (3CtaCl 15).

Es importante enraizarnos en la serenidad de Dios

Nuestra sociedad nos ofrece tantas posibilidades que fácilmente podemos sentirnos divididos, sin referencias claras,…

Clara nos invita a enraizarnos en la serenidad de Dios: “Fija tu mente, fija tu alma, pon tu corazón… (en Jesucristo) y transfórmate toda entera, por la contemplación, en imagen de su divinidad…” (3CtaCl 12). Ella nos anima a no vivir dispersos y distraídos en mil y una tareas y preocupaciones, aunque tengamos que ocuparnos a fondo de ellas. ¡Cuánto descansa vivir todo con el corazón unificado en Él!


Mirar desde Jesús todo lo hace nuevo

Todos buscamos novedad, es señal de vida y creatividad. Clara nos dice que la auténtica novedad no consiste en acumular experiencias, sino en mirar y sentir todo con ojos y corazón nuevos.

Es más fácil dejarse llevar de lo de fuera que de lo de dentro; consumir experiencias que vivir a fondo. Pero sólo llega a ser nuestro lo que interiorizamos. Clara nos anima a habitar nuestro corazón, a vivir a la expectativa de lo que late silencioso en nuestro ser y anhela desplegarse.

Vida plena en pobreza

Todos anhelamos una vida plena y a veces la confundimos con tener éxito, poder, deslumbrar…

Clara, mirando a Jesús, identificándose con Él, hizo el camino descendente. Cada vez fue más plena con menos, ¡qué dichosa sin nada…! Se hizo pobre, sierva, menor, última, por amor. En toda su vida sólo quiso un privilegio, por él luchó incansablemente: ¡¡ser pobre…!! Clara nos ruega que no gastemos energías en competir sino en servir; nos exhorta a no vivir derrochando o acumulando sino compartiendo.

La necesidad de silencio

“Cuando el silencio habla, la vida se transforma”. Necesitamos sosiego, serenidad, silencio:
– Para escuchar a Dios que nos habita. ¡Qué liberación el paso de la soledad angustiosa a una soledad habitada!
– Para ser nosotros mismos y no moldeados por presiones exteriores.
– Para entablar relaciones sanas y vivificadoras y escuchar a fondo a los demás.

No somos sin los otros

Todos aspiramos a amar y ser amados. Es el Espíritu quien nos hermana desde dentro y nos capacita para ser hermanos de todos.

Clara, sintiéndose hija amada, se descubre hermana de todos y de todo. Ella nos dice que la fraternidad no la da el estar cerca, sino el contemplar a cada persona desde la mirada de Dios y descubrir en todos su dignidad y belleza.


Toda vida es digna y bella, amada por Dios

Con nuestra vida oculta nos solidarizamos con los predilectos del Señor, que por enfermedad, edad avanzada, adicciones, razas, condición social… sufren marginación en nuestra sociedad.

Clara nos anima a vivir las bienaventuranzas. Ser feliz no depende sólo de la valoración de los demás, de lo que nos pasa, sino de vivirlo con amor y sentido. Mejor aún, depende de con quién lo vivimos: “Pase lo que pase, que me pase contigo, Señor”.

Un Dios que plenifica

Clara fue una mujer profundamente dichosa, radiante, llena de vida. Aun soportando largos años de enfermedad, de lucha y de hondas preocupaciones, de ella emana fuerza como para ser apoyo de sus hermanas y de tantos que se acercan solicitando ayuda y consuelo. Su talante es celebrar la vida, cuidarla con esmero, rescatar, dignificar y curar a cuantos están a su alcance.

De la mano de Clara, quien se sabe tiernamente amado por Dios tendrá templadas las cuerdas del gozo, la gratitud, la serenidad, la fortaleza, para afrontar con dignidad y valentía cualquier situación por adversa que sea.


Vivir desde lo esencial

El secreto de la vida está en dar con lo esencial, sin absolutizar lo relativo. Clara se liberó de lo superfluo y emergió en ella la bella imagen de su Creador.

Lo esencial para Clara fue vivir para Dios, identificada y abrazada a Cristo pobre, humilde, entregado hasta el extremo; acoger el amor de Dios y vivir en obsequio a Él. Lo esencial es el amor y para Clara tiene un nombre: Jesucristo, regalo del Padre.

Indicadores de trascendencia

Clara y también sus hijas y hermanas, esparcidas por todo el mundo, estamos llamadas a ser:
– Faros de luz que orientan a navegantes en las noches y tempestades de la vida.
– Humildes estrellas que, con sus guiños chispeantes, reflejan otra luz y nos hablan de belleza, misterio, inmensidad…
– Oasis espirituales donde pueden beber los sedientos de Dios.
– Puentes, lugar de encuentro, entre los buscadores de Dios y nuestro Dios, que siempre va buscando a sus hijos amados.

Nuestra Madre y Hermana Clara nos recuerda que hemos sido creados por el Padre para vivir en comunión con Jesús, gracias al aliento del Espíritu. Somos para estar vivos en el corazón de Dios y desde ahí hacer vivo y presente su amor a todos sin excepción.

Tomado del libro “Clara de Asís. Habitada por la vida y el amor”, 

Si quieres imprimirlo puedes hacerlo aquí.